Se cumplen esta semana 40 años de uno de los mayores espantos (guerras mundiales a un lado) que el siglo XX ha visto. Mao y su ego comenzaron, en la Universidad de Pekín, la revolución cultural, con su guardia roja limpiando literalmente a todo lo que oliera a sentido común, democracia o aire libre. Todos debían llevar en su mano un librito rojo que, a modo de Corán, mostraba las órdenes de Mao, uno de los dictadores más olvidados, perdonados e incluso alabados de la historia. Yo me compré ese librito cuando estuve en Pekín: sectario, medieval, peligroso.
Aún hay colas de cientos de metros para ver el cuerpo embalsamado de Mao(casi nunca por curiosidad, casi siempre por fervor). Aún preside la Ciudad Prohibida de Pekín un retrato inmenso de este inmenso asesino.
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