Dicen, y es cierto, que para viajar es necesario tener la mente abierta, el corazón tranquilo y los brazos abiertos. Pues bien, estos consejos sirven perfectamente cuando nos enfrentamos a una obra de David Lynch. Quien haya visto esas obras maestras llamadas Mulholland Drive y Blue Velvet y quien sepa lo que es la Carretera Perdida y la Cabeza Borradora sabe de que estoy hablando.
Cinco larguísimos años después de Mulholland Dr. vuelve. Y lo hace extremando sus posiciones formales y estéticas. Y lo hace con una pélicula apta sólo para devotos de su cine, con todas esas señas de identidad que a los que nos gusta Lynch nos vuelve locos. Lo digo porque son tres horas de surrealismo con puntos de conexión con su última obra y con las antes mencionadas…Aquí volvemos a ver un Hollywood peligroso, lámparas rojas, pasillos claustrofóbicos, homenajes a El Mago de Oz (En este caso, esa estrella en el suelo…) cámaras de cine que pueden matar, puertas que no sólo son entradas a habitaciones,teléfonos que suenan y suenan, conversaciones que se repiten, música hipnotizante de Badalamenti(junto a Genio Morricone y Elfman, lo mejor del cine actual), pantallas en las que uno mismo se ve haciendo lo que hizo ayer, hace ahora o hará mañana, primeros planos insuperables, momentos de miedo real…Y sobre todo, dualidad. Lynch está obesionado con mostrar las dos caras de cada uno de nosotros. Y lo hace como siempre, no rodando escenas, sino sueños. Alguna vez he dicho que Lynch no es un director de cine, sino un director de pesadillas. Y como tal, llena la pantalla de viajes mentales imposibles de entender en su totalidad, ya que nos hace viajar por el tiempo y el subconsciente sin que podamos huir: estamos atados.
No hace falta decir que el argumento es lo de menos, porque tiene mucho más. Sólo decir que en Inland Empire hay una película americana que resulta ser un remake de una polaca donde los actores protagonistas acaban asesinados. Desde ese momento,se juntan ambas películas, las vidas de los actores polacos y americanos se mezclan y el personaje de Laura Dern (insuperable, inmensa) confunde verdad con mentira, ayer y mañana. Y los fanáticos de Lynch, encantados,caen(caemos) a sus pies viendo un cuadro surrealista del que sólo entendemos un diez por ciento. El noventa restante nos enamora.
Pero algo ha cambiado en Lynch. Antes he dicho que aquí extrema sus posiciones. Ese extremo no viene sólo de que se ha renunciado por completo a la trama inteligible, sino a que deja el lujo visual que le caracterizaba y se afea utilizando cámara digital, lo que le permitar distorsiar la imagen sin problemas y meterse en escondites con facilidad.
Y ya acabo. No recomiendo esta película a ajenos a Lynch, porque entiendo que el daño puede ser irreparable. Pero a los que disfruten de sus viajes por el laberinto interior, que no se la pierdan, porque no saldrán decepcionados, porque saldrán del cine con preguntas que , porque sonreirán cómplices con cada guiño que desde la inmensa pantalla hace el director de sueños a sus soñadores espectadores que le han seguido por viajes anteriores.
OBRA MAESTRA. Dalí estaría orgulloso, Murakami estará orgulloso. Yo estoy encantado.
It´s a strange world, isn´t it?- Blue Velvet.
Todo está grabado- Mulholland Drive.
Son gente rara- Inland Empire.
In dreams I walk with you…- Blue Velvet.