Hace poco menos de cuatro años, un grupo de ventiañeros fueron a Liverpool para hacer de ella su casa durante un tiempo. Algunas de esas personas se conocieron, se unieron y decidieron compartir risas, tragos y ratos, penas y gritos, lluvias y vientos. En definitiva, eso tan escaso llamado amistad. Y allí, entre pintas, o nachos, o pan de ajo, o tequilas o alguna canción inolvidable, se hicieron la promesa de volver en 2008, cuando la ciudad sería elegida Capital Europea de la Cultura.Mientras conocieron nombres que eran desconocidos, lugares que nunca habían visto, sabores que nunca habían probado. La primera vez que se va a un sitio se recuerda lo no vivido, lo contado por otros. La segunda vez que se va, se olvida que alguna vez no se conocía ese sitio. Como si siempre hubiera sido de la familia.
Hace poco menos de dos años, pocos de ese grupo volvieron y se emplazaron para éste, porque las promesas no cumplidas son penadas por el tiempo.
Y así llegó 2008. Y así se concretaron fechas y lugares. Y así la gente fue echándose atrás por falta de ganas o exceso de trabajo. Sólo quedaron dos, un mallorquín y un alicantino, a los que se unió otra mallorquina amiga del primero.
Y un miércoles de noche, llegaron. Primero ella, luego ellos, luego la nostalgia. De ahí al taxi y del taxi al hotel, situado junto al Albert Dock. Barato, pero bien situado. Sucio, pero bien situado. Con vecinos ruidosos pero…pero bien situado. Se rieron un rato, bostezaron y a dormir sin deshacer las maletas, porque no había armario. Ni falta que hacía, carajo.
Y amanece y ven desde la ventan lo que ocultaba la noche: El Liver Building, algún edificio nuevo que desentona pero impacta y unas nubes que, por una vez, ladraban mucho pero no mordían. Y los tres protagonistas de esta crónica recorrieron el puerto, alguno de sus museos, algunas de las calles, iglesias…era volver a un antiguo amor que a pesar de algunas obras infernales se mantiene como Dorian Gray. ¿Y dónde comer? La duda ofende. Si un fan de Cortázar ha de visitar el Pont des Arts y un admirador de Allen Manhattan, un admirador(mejor admiradora) de aquel grupo de erasmus que mataron en Liverpool el 2004 y parieron el 2005debería ir a The Font, ese lugar que nace en las fladas de la catedral católica y muere donde nacio Lennon y miles de historias. Allí se juntan buena música, sofás cómodos, camareras simpáticas, televisiones grandes y unos nachos (ufffffff)y unas curly fries que no se atrevería a comer Ferran Adrià, pero que con unas buenas pintas forman los cimientos grasientos y sabrosos de aquella experiencia Erasmus.
Y tras el Font, pasearon, volvieron al hotel para pillar fuerzas y una botella de ron que se fundio entre conversaciones trascendentales y una de las frases del año. El mallorquín, hablando de ese monstruo austriaco, famoso por su increible historia. , dijo, casi textualmente: “ Que genio, digo, que jefe, que crack…que heavy”. Llamamos al psiquiatra y a la policia. Ambos nos dijeron lo mismo: En malas manos está el departamento de Marketing del Mallorca…Él dijo que era un error. Sí, ya…
Jugaron a olvidar lo sucedido y fueron a Mathew Street pisando asfalto templado. The Cavern…ya se sabe: la reconstrucción, a 10 metros del original, del templo de la música de los 60…quien no pasaba por allí no existía. Y sobre todo, catapulta de los 4 chicos que elevaron la música popular a cotas aún no superadas.El alicantino fue allí de Erasmus única y exclusivamente por ellos.
Por la mañana, en The Cavern Bar, enfrente del Club, el mallorquín notó que el camarero era el que hacía de Harrison en los Mersey Beatles, los mejores imitadores de los Beatles…le preguntaron si tocaban allí esa noche, pero les chafó con una sonrisa diciendo que no, que no tocaban esa noche, que tocaban otros…
Otros que no decepcionaron. Una vez allí, en esa antigua bodega marrón y sudorosa, pasaron por los oídos de los tres españolitos y con instrumentos de la época (el famoso bajo, por god) Long Tall Sally, Help, Get Back, Yesterday, el inevitable Hey Jude, alguien tocando el piano en la mesa de madera sin piano, alguna queirendo hacerse fotos con el grupo y los inevitables aplausos finales que aun retumban en las paredes más firmadas del mundo y bajo esos arcos donde se mezclan gente que vio a Los Beatles cuando no eran más que niños con otra que querría haber estado en esa recien nacida década de los 60, al menos durante un rato.
Tras un kebab, al hotel y a soñar, esta vez con los ojos cerrados.
El viernes fue el momento de Chester, ese coqueto pueblo donde vimos todo lo que había que ver y caminamos donde había que caminar…comieron en un italiano donde el mallroquín pidio : a table for tree. La camarera, cosa rara, no preguntó si eramos sauces llorones o que. Se ve que, sabiendo que eran españoles, sólo podrían ser olivos. Pero ni bebieron vino ni comieron aceitunas.
Pero el viaje a Chester se recordará por un trágico acontecimiento que maracará la vida de su protagonista. En un parque precioso, las ardillas caminaban con tranquilidad. Pero la mallorquina, con una cámara de video en una mano y una cookie( de glorioso sabor, por otro lado) en la otra, se acercó a una de ellas…cuando el anima saltó a su pierna, intentando arrancar con sus dientes la sonrisa del rostro de la chica. Buscaron sangre, pero sólo encontraron susto y un cielo que de golpe se cubrió. Una nueva saga acababa de nacer: The Squirrel, The Chester Evil.
Viernes noche…viernes fiesta: Amago de actuación de los Kooks en The Cavern(quien dice amago dice broma),Jacaranda(otro lugar Beatle. Otro chute de emoción para el alicantino) y Ca-Va, conocido por ellos como Pound Tequila. Allí el alicantino se acordó de su despedida de 2004 y todos de que tenían que pedir tequilas inmediatamente; de lo que fuera: frambuesa, piña o jarabe contra la tos que hizo su efecto. Lo cómico es que no es mentira. El alicantino dejó de toser, aunque quizás fuera al ver como se lanzaba a su sofa una guiri más borracha que Gascoigne(buscar en wikipedia quien no lo conozca) y más facilona que gimnasia en el colegio.Un chico se acercó a ella, la beso y le dijo al alicantino: She’s my girl. Tranquilo, pensó el alicantino; no he venido a cosas faciles…
Y las cosas dificiles estaban cerca, en el Crazy House. Tres plantas donde conviven Blur, The Kooks, Kings of Leon, Backstreet Boys, Dylan y John Travolta. Con dos cojones y una cogorza.
Sábado…el día gafe, el día difícil de explicar, el último día, el día en el que no tenian hotel y sí muchas dudas…El día que quedará en los anales de la historia(es decir, en su culo).Ese día tenían que ir a Anfield, con 3 entradas reservadas gracias al Mallorca(quien lo iba a decir)..y fueron. Antes dejaron en la consigna de la estación de Lime Street las maletas, para preocuparse de ellas más tarde. Bufandas en los hombros, sonrisa hasta en el alma…y a ver al Liverpool tras comer un perrito(chiuaua, para más señas). Entran el la tienda y empiezan las señales . En una pantalla anunciaron el partido para el día siguiet,e pero no quisieron verlo; el empleado de la tienda les dijo algo parecido, pero no quisieron escucharlo…pero el programa del partido no mentía. El Liverpool jugaba al día siguiente, cuando ellos ya estaban volando o en España.Entonces supieron que el tiempo a veces se para, mira de frente a alguien y se descojona. Así se sintieron. La mallorquina intentó animarlos y en parte lo consiguió…pero el golpe había sido muy fuerte. Al menor lograron colarse unos 30 segundos en Anfield, hacer tres fotos y seguiron llorando por dentro. La lágrima, que escribió Angel González, fue dicha.
Y entre cabreo y cabreo…quisieron visitar o revisitar o rerevisitar el museo de los Beatles…pero si un día es gafe, lo es hasta que muere. La cola era inmensa…así que se quedaron con la ganas. Se sentaron en un banco donde se resignaron, vieron mancha de mostaza en el pantalón del alicantino y éste se acordó de que por la mañana había dicho que se notaba que era día de partido. Manda huevos lo que se nota resacoso.
Total…que fueron al Font a beber mojitos, agua, whiskies con cherry, Irish Monkeys, guarradas varias…y haciendo tiempo hasta que anocheció. En la tele jugaba el Atleti.
A las 11 sacaron las maletas de la mallorquina, fueron al aeropuerto y esperaron a las 7 de la mañana, cuando ella se iba..Dantesco era aquello: gente durmiendo en el suelo interrumpidos por la grabación del altavoz que decía: passengers….Ellos intentaron dormir, pero sólo pudieron reir. Jugaron al scatergories(o cómo se escriba), dónde descubrieron que ojal es un objeto y water una palabra española, se metieron unos segunso en internet(donde vieron que Calvo Sotelo había muerto y que ellos todavía no) y el tiempo pasó como pasan las películas de Rohmer: lentas, sin prisa…Pero todo llega menos la resurreción. La mallorquina se fue y los dos hombretones pensaron que hacer.Salieron del John Lennon airport, vieron que entonces sí hacía un frio propio de Liverpool, Cogieron el bus(el mítico 86), pararon en Penny Lane, hicieron las fotos de rigor, llegaron a Lime Street, pillaron un tren de ida y vuelta para Chester, sin salir de él, para poder dormir durante hora y media(tragedia + tiempo: comedia), pero el gafe es el gafe…a mitad de cmaino, por problemas técnicos, se para. Tienen que salir del tren en Hooton y esperar bajo la lluvia otro que vuelva a Liverpool…Y así pasaron las horas y así acabó el viaje…y así esta crónica precipitada, con olvidos y mal escrita. Una crónica que no superará lo allí vivido. Una crónica sobre una ciudad que nunca será Londres, París, Madrid o Estambul, pero que, al menos para los que allí compartieron cosas, acoje con las manos abiertas,con sus defectos, son sus obras, con lo que sea. Pero tiene el encanto de las cosas con valor sentimental.
¡Que viva Liverpool, sus recuerdos y lo que vendrá!¡Y que vivan las inglesas que salen sin ropa de fiesta…eso es buen gusto, cojones!
Y que la gente a la que se echó de menos, se deje ver más…
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