Se fueron sin dejar de mirar el cielo
sin agarrar el miedo con las sienes
ni capturar en cada paso el destino del barro viejo.
El cuerno durmió a cada paso y la piedra los quisó atrapar.
El frontón seguirá ciego y la pintura siempre olerá en las paredes.
Los cantantes del nido les dijeron adiós.
Allá se pierden.
Allá se pierden.
Puntos que tiemblan o voces que sueñan
y quedarán cargadas durante trepidantes siglos
esperando tirar la puerta inerte
de quien pudo ser libre.
jugando a estirar la tuerta suerte
de quien quiso ser libre.
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Habrá quien prefiera el suelo.
Habrá quien te dé otra oportunidad.
Habrá quien mantenga el duelo
ante la sangre de tu verdad.
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O así debería ser:
Cuando quieren mantener a raya el anoréxico futuro del tiempo
Se indigestan de poder y mueren de presente.
Cuando quieren tapar tímpanos con melodías-nube.
Enmudecen de soberbia y mueren a ras de urna.
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Se dirá que olvidó lo sucedido
como querrá flotar con las alas breves del canto de hierro de aquel verde paisaje
tan tuyo.
El coro que oimos caminará con las arterias entre un bosque de fotos sepia.
Se dirá que olvidó lo sucedido
como se querrá tragar los verbos aprendidos en el colchón,
los licores exprimidos con el aire,
los números que hablaban de nosotros,
las aduanas inestables de los abrazos rendidos.
Con el otoño a cuestas de un agosto agonizante
rascará las bombas desactivadas,
querrá que exploten,
que sacudan tu cuerpo,
sólo tuyo,
nuestros rostros,
que vuelen nuestras piernas arrancadas de todo pasado reciente
y que el serrín de la hormiga herida se asegure de que ese Aria sea de Bach.
Se dirá que olvidó lo sucedido,
pero esas lágrimas nacieron del coito de una pena y un dolor,
y esa pesadilla que acunan sus manos la parió el vergonzoso silencio de ayer,
tuyo
tan tuyo
sólo tuyo.
C.D.G.