No. Hay genios en el cine español más allá de Berlanga, así que rectifica lo dicho, redicho.
Ya, pero genio es una palabra tan seria como mal usada. Tan mal usada como subjetiva, tan subjetiva como la mentira.Y antes de seguir, te voy a decir algo que dijo Dalí en su humildísimo Diario de un Genio (sí, donde lamentaba que el resto de la humanidad no supiera lo que se siente al despertar siendo Salvador Dalí. Donde se demuestra que Dalí era un gran escritor y humorista y estudioso y blablabla, entre otros dones). Allá voy:
» Gracias Dios, por haberme enviado este desarreglo intestinal»
Sigo:
Eso, que la genialidad es subjetiva. Y sí, me encanta Saura, pero hace tiempo que no me asombra (Ni Berlanga desde los 70, cierto). Sí, alguna película de Almodóvar, años ha, merece un nueve. Guerín pinta realidades como nadie. Amenábar hizo un peliculón, pero acaba de empezar en esto, como quien dice.
( Y no es lo mismo el genio que el talento, como no es lo mismo el sentimiento que la emoción, ni el saludo y la despedida…bueno, eso sí)
El único que se acerca a la genialidad, a lo que yo ( ¿yo?) llamo genialidad, es Erice. ¡Ay!, el esquivo. ¡Ay!,el imcomprendido. El que se pierde en cartas fílmicas con Kiarostami y deja los largometrajes a un lado. El hombre del color ámbar, del sur en una postal, del descubrimiento boquiabierto ante el rostro del monstruo de Frankenstein. El hombre de la paciencia que compartió con Antonio López y la luz de un membrillo. El hombre que solía volver a la infancia como patria.
Pero hace tanto de eso…
Tanto que vuelvo a Madrid.
Y despiden en Madrid a un cadáver. Si se levantara ( el cadáver, no Madrid)se reiría en sus caras e iría a comer paella y a cagarse en lo establecido.
Pero hace tanto de eso (un día, una eternidad)…
Tanto que paso a la tercera persona, que oscurezco.
Y miras por la ventana. Ni ámbar ni esperpento. Farola sobre descampado, se llamaría el cuadro. Porque ignoras el árbol que mueve el viento junto a la farola, el coche que pasa a venticinco kilómetros por hora, los ojos reflejados en el cristal que atraviesan tus ojos.
Bajas la persiana, piensas en un párpado y en lo que no serás ( o sea ), subes el volumen. Lambchop ( o sea).
And with the coldness comes a quiet interrupted by a sound…
-Y el sonido eres tú -dices-. Aunque no te oiga.
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