Pues sí. Un baño.Y el semiadulto que es es niño durante dos horas quiere largarse en mitad del partido, pero aguanta: cabeza alta y una frase: Pues sí, queda mucha liga para el Madrid y para el Hércules ( de baloncesto ni hablo, pero digo lo mismo).
Así que, ¿ para qué leer crónicas sobre lo que ya has visto? ¿ para qué hurgar en una herida que no lo es porque la experiencia te dice lo que suele hacer el Madrid al final?(ganar). Mejor hablar con ese hombrecito de bigotes y párpados hinchados.
Hola Proust, ¿ se puede ? Pues dame frases largas, absorbentes. De esas, de esas. ¿ El comienzo de Por el camino de Swann?Vale, vale. Lo releo, imaginándote en el 102 del Boulevard Haussmann de París, aislado, encerrado en paredes forradas de corcho ( huelo el corcho y la tinta de tu pluma, pero como si oliera a otra cosa. No, a magdalena con té no), perdido en la monumental obra de tu vida, detestada y amada ( tu vida y tu obra). Perdido en tu memoria, porque sabes que el ayer vuelve sin que te des cuenta, como un petardo en la casa de enfrente ( A eso, a pólvora también huele tu cuarto).
Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces, apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme: «Ya me duermo». Y media hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos, y y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había cesado de reflexionar sobre lo recién leído, pero era muy particular el tono que tomaban las reflexiones, porque me parecía que yo pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Francisco I y Carlos V. Esta figuración me duraba aún unos segundos después de haberme despertado: no repugnaba a mi razón, pero gravitaba como unas escamas sobre mis ojos sin dejarlos darse cuenta de que la vela ya no estaba encendida. Y luego comenzaba a hacérseme ininteligible, lo mismo que después de la metempsícosis pierden su sentido los pensamientos de una vida anterior; el asunto del libro se desprendía de mi personalidad y yo ya quedaba libre de adaptarme o no a él; en seguida recobraba la visión, todo extrañado de encontrar en torno mío una oscuridad suave y descansada para mis ojos, y aún más quizá para mi espíritu, al cual se aparecía esta oscuridad como una cosa sin causa, incomprensible, verdaderamente oscura. Me preguntaba qué hora sería; oía el silbar de los trenes que, más o menos en la lejanía y señalando las distancias, como el canto de un pájaro en el bosque, me describía la extensión de los campos desiertos por donde un viandante marcha de prisa hacia la estación cercana; y el caminito que recorre se va a grabar en su recuerdo por la excitación que le dan los lugares nuevos, los actos desusados, la charla reciente, los adioses de la despedida que le acompañan aún en el silencio de la noche, y la dulzura próxima del retorno.
The New Raemon con una versión de una canción de Stanislau Verdet.