Fotografía de Robert Frank.
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Mírate en el charco. Písate, que desfigurado eres más creíble, más tú.
Vuelve a casa. Besa la ventana y hazte tu café más efectivo: el que solo lleva ron.
Métete en la cama y habla con las sábanas, discute con ellas, pierde la discusión, haz como que no lo soportas y lame con tus ojos el techo.
Sonríe al techo, sé optimista y duérmete en sus brazos.
Que mañana no será otro día, pero seguirás agitando un pañuelo en tu charco (mírate, repito) mientras ella clava una bandera monumental en mitad de su propio océano (no la mires, te exigo).
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C.D.G