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Archive for agosto 2012

Para los que lo echábamos de menos y para los que no lo conocían: vuelve el adictivo concurso de chispazos literarios. Con nuevo juez, eso sí.

Ahí va el enlace con toda la información:

http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/3658/Cuenta_140-_La_venganza

Y aquí las bases, con novedades que impiden la verborrea a los que la tenemos en concursos así:

http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/3660/BASES_DEL_SEGUNDO_CERTAMEN_DE_MICRORRELATO_DE_EL_CULTURALES_CUENTA_CIENTOCUARENTA

Fotografía: Vladimir Nabokov, casi siempre cazando mariposas.

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Aquella mujer mayor que espera de pie en la parada del autobús. Hay un banco bajo la mampara y sitio de sobra, pero ella no se sienta.

Aquella mujer mayor que podríamos llamar anciana y que mira a todos los lados ( y hasta al cielo, si te fijas) aunque sepa que su autobús solo vendrá por la izquierda salvo que al volante esté un pirado. No lo descartes.

Aquella mujer mayor que un quinceañero emporrado llamaría vieja y que tiene calor, como todos, y que se abanica con lo que parece ser una estampita religiosa. La misma que lleva un bolso negro del que sobresale un periódico gratuito.

Cruzas  la calle y te paras a su lado. Lo confirmas: en su mano lleva una estampita de una virgen pálida como un recién vomitado. No hace falta que le digas oiga ni que le des un par de golpecitos en el hombro: te mira porque mira todo lo que le rodea en busca de lo que le llevará a casa; eres, pues, parte de su campo visual.

Antes de que te espete qué le señalas el periódico y le dices que con él podría abanicarse mucho mejor.  Se ríe como se ríen los ancianos de la juventud (cada ja es un no tienes ni puta idea, niño). Se ríe y se indigna a la vez y te replica que nada que ver. El aire que me da esta estampita es brisa divina. No sabes si ha querido ser ingeniosa o no, pero decides ladrarle y aclararle que acaba de soltar una gilipollez como un piano y que la brisa, señora, puede ser lo divina que usted quiera, pero da menos aire que el que daría el periódico del bolso o su propia mano agitándose junto a su cara.

Ella te mira a ti con pena y al autobús, que ya llega, con alivio. Se abre la puerta. Se cierra. Hay asientos libres y, ahora sí, se sienta. Sigue mirándote a través de la ventana. Seria como una piedra, como quien conoce la verdad. Toda la verdad.

Y tú cruzas la calle sin dejar de ver como ella se aleja todavía abanicándose, pero cuando todavía estás en mitad de la carretera, un Renault Megane verde del 2002 te atropella. Y el tiempo y el autobús se paran.

El horror a todo color y tu cuerpo sobre el asfalto.

De tu cuerpo sale de todo y del horror sale la mujer mayor, que besa la estampita y la tira con desgana sobre tu corazón dormido. Pero eso no lo ves; ni eso ni como ella regresa al autobús, saca el periódico del bolso y se abanica con las noticias que aún no hablan de ti y que llenan su rostro de un aire nuevo, de una brisa, digamos, maldita.

C.D.G

Cuadro encontrado aquí:

http://www.ben-iesau.com/gallery.html

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Madrid, Londres, Houston, Katmandú. No hay médico en el mundo que sepa cómo curarme, pero sospechan que el reposo me vendrá bien. Vuelvo a casa exhausto, me río de las batas blancas y tiro las plantas muertas, afino la guitarra, abro el minibar y llamo a tu casa. Te digo que eres mala, que mereces el infierno, que se acabó eso de buscarte en cada esquina con pasos de llanto…te digo que quiero verte mañana mismo y comerte de tanto que te echo de menos, de tanto que te quiero.
Y cierro el minibar.
C.D.G
Aquí va el otro microrrelato que tuve la suerte de que fuera leído como segundo de los tres finalistas en Relatos con Banda Sonora ( en este caso tocaba Mi enfermedad, de Los Rodríguez), de la cadena Ser, la semana pasada. El resultado, ya se dijo por aquí.

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Ante la noticia de la muerte de Neil Armstrong, recupero algo que publiqué aquí cuando se cumplieron, en 2009, 40 años de la llegada del hombre a la luna.

Diez años antes de que yo naciera, tres hombres volaron a toda velocidad a la luna, para cumplir el sueño de escritores, presidentes y ambiciosos. Para dejar al mundo con la boca abierta, a los rusos temblando de miedo y a los malpensados con teorías disparatadas.

Diez años antes de que yo naciera, el mundo dejó de ser un mapamundi para convertirse en un mapa con sucursal galáctica. Todos miraban al cielo para creerse lo que veían por televisión.
Treinta años después de nacer nadie ha vuelto a dar, en esos cráteres, pequeños pasos para el hombre, grandes pasos para la humanidad.
Cuarenta años después hablamos por teléfono móvil, volamos por internet. Y los que nacieron ayer no se asombran con un paseo por la luna. Pero siguen temblando con un beso, con una caricia en el filo de lo inesperado, con un susurro en mitad del ruido, con una respiración ajena pegada a la piel propia, con la lágrima más triste de la historia, con el silencio de la voz que necesitan, con la felicidad fugaz, con la tristeza merecida: grandes pasos para el hombre.
C.D.G

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Te sabes superior, por eso dicen que sonríes cuando me oyes aporrear tu puerta o cuando te cuentan que hago de los bares un altar del llanto desconsolado. En tu puerta o en las barras solo busco una respuesta, un chispazo de luz ante toda la oscuridad que me has dado. En mi soledad, solo me busco en los besos que pueblan mi álbum de fotos y tu saco de huesos. Me sé inferior, pero ganaré la batalla. Seguiré latiendo, cariño. Y si quemas esta carta, seguiré volando en cada llama, ardiendo de amor.

C.D.G

Microrrelato sorprendentemente leído ( aunque mal) en Relatos con Banda Sonora, de la Cadena Ser.

Aquí en enlace, con el error, ya mencionado por mí en otra entrada, incluído:

http://www.cadenaser.com/cultura/audios/relatos-banda-sonora-hoy-hoy-22-2012/csrcsrpor/20120822csrcsrcul_2/Aes/

En la fotografía: Monica Vitti.

Nota: En 2009 ya escribí algo que empezaba, como éste, con «Te sabes superior«.

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Henrietta Street, Hockley

A mí, como a vosotros, me gusta el dinero; me encanta. Me siento bien si lo tengo cerca, si meto la mano en el bolsillo y noto su textura entre mis dedos. O cuando saco mi cartera y se asoma un 10, un 20, un 50. Parece que me sonríen esos benditos numeritos.

Pero últimamente he dado un paso más. En la vida, lo sabéis, hay que dar pasos para avanzar, para seguir enchufado al vértigo y no convertirse en una estatua, en un inodoro de palomas con puntería. He decidido avanzar en mi amor por el dinero y me he hecho aficionado a comerme billetes. Así, sin más. En la parada de autobús, mientras veo una película o cuando mi madre se queja por teléfono de que ya no la quiero. Sí que la quiero, pero, hoy por hoy, prefiero el dinero. Los billetes de cinco, obviamente, saben más a humano, a día a día. Y eso puede ser bueno o malo. Los de cincuenta suelen estar menos arrugados, más limpios. De los de quinientos no hablo, que me pongo tonto…Pero no hago distinción; no está el mundo para exquisiteces. Tengo que conformarme con lo que me da la gente. Sé por dónde moverme, claro, pero las apariencias a veces engañan y no siempre tiene billetes el trajeado al que amenazo con la navaja toledana de mi abuelo. No hay nada más humillante que vaciar a alguien y darte cuenta de que solo tiene monedas. ¡Monedas! ¿Qué se creen que soy? ¿Una puta hucha? Qué huevos tienen.

Es que me tengo que poner de los nervios, joder.

C.D.G

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Ya no la encuentro por estos tejados de sabor a ron y olor mediterráneo. Saben por aquí que no fui el único poeta que abrió la puertas de su balcón, pero sí el que la hizo desaparecer del mundo de las musas. Quizás en otro pueblo, dicen unos. Quizás en otro mundo, dicen otros. 
Les sonrío como sonríen los que saben la verdad. Bebo el mismo trago que bebí aquella noche, subo las mismas escaleras que subí aquella madrugada. Y junto a la piel de su puerta cerrada, me tumbo y cierro los ojos: Quizás en otra canción
C.D.G

Al final no ha podido ser. A pesar de que el presentador me ha dado como ganador, en cuanto he colgado me he dado cuenta de que no, de que se ha equivocado al sumar 1+1  y que me tengo que conformar con mi digna presencia en las ondas. 

Gracias por el apoyo. 

Ahora toca poner aquí los microrrelatos, empezando por el que no tuvo suerte, el que no resultó finalista, el que hoy no ha sido leído: el de Ojos de Gata.

Fotografía sacada de aquí:

http://mardeartabria.blogspot.com.es/2011/02/nocturno-do-barqueiro.html

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Mañana estaré ( ¿Tú? Yo) a las 11 de la mañana en la Cadena Ser. Mi dulce y seductora voz campará por las ondas mientras leen no uno, sino dos relatos míos. Definitivamente, la Ser no es lo que era.

Sí, suerte la mía. He sido elegido finalista del concurso Relatos con Banda Sonora con dos de las tres canciones. Cosas del gusto: han elegido uno que no me gusta y han dejado fuera  otro que me parecía decente (no más). Ya pondré por aquí, en los próximas días, los microrrelatos, las canciones, alguna fotografía; es decir: la rutina de esta página en su máximo esplendor.

Y sin más, me despido.

Un abrazo.

 

C.D.G

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J.M sabía lo que hacía. Todos sabemos que él sabía lo que hacía. Por eso le dejamos en paz cuando nos quiso convencer de que para tener suerte no había nada como salir a la calle, cada primero de mes, con la cara azul . No le recriminábamos cada cada vez que pedía un vaso de leche con galletas en cada pub de la madrugada. Aparentamos normalidad la tarde en la que dijo, con cara de Buster Keaton, que él era Vladimir y que había encontrado a Godot. O cuando se hizo unas alas con papel de periódico y se rompió las piernas al saltar con ellas (con las alas) desde su segundo piso. Disimulamos la radiante mañana de domingo en la que se plantó en el parque con una pistola hambrienta y mató, en  estricto orden, a un perro, a dos niñas que jugaban a decirse secretos detrás de un banco, a la madre de las niñas que las veía apoyada en un árbol y a un chaval que cruzaba la vida en bicicleta. No mostramos alarma, ni pavor, ni pena cuando tras la masacre abrió la boca, miró al cielo y destrozó, también, su vida.

Él sabía lo que hacía. Por eso, cuando cesó el ruido, nos quedamos mirando, como si fuera una película, las vueltas que daba la rueda delantera de la bicicleta tumbada sobre unas flores que siempre estarían alejadas de su plenitud, el último aliento en carne viva del perro, las manos entrelazadas de las niñas, los ojos aún horrorizados de la madre que un instante antes  se tiraba sobre sus hijas. Y la bellísima nube que parecía formar la palabra Fin, aunque hubo quien leyó Amor.
Fdo: J.M
C.D.G
Junio, 2009 (Con modificaciones)
Fotografía:  Fotograma de Pierrot el loco, película de J.L Godard.

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– No es lo que parece- me dijo-, pero te darás cuenta al anochecer, cuando el mordisco que te he dado cicatrice, cuando recupere mi voz de pito, cuando vuelva a ser lampiño. Te darás cuenta de que lo de hoy ha sido un mal sueño y París, un mal lugar para despertar cuando la luna desaparece sobre Montmartre. Pero ahora deja de chillar y acércate de nuevo, que todavía no he terminado de desayunarte.
C.D.G
Enviado sin suerte a Relatos con Banda Sonora. Canción elegida: Lobo-Hombre en París, con ese sencillo pero inolvidable piano inicial de Nacho Cano. Letra de la canción basada en un cuento del gran escritor y personaje Boris Vian.
Foto: Brassai

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