Suda sangre, como cada martes. En su frente y en sus hombros. Bosteza con disimulo sobre el balcón mientras los turistas, muchos menos que años ha pero igual de asombrados, fotografían el momento con las palabras del guía como banda sonora. Cinco minutos después levanta la mano con solemnidad, se da la vuelta y sale del balcón. Entra en la ducha para quitarse todo rastro y todo olor del sirope de maíz con colorante. Pero no hay manera. La esponja no logra desteñir su piel. Y su cuerpo no huele al habitual mejunje. Efectivamente: esta vez es sangre de verdad lo que cae implacable por su rostro y sus brazos. Efectivamente: esta vez es sangre suya.
Y efectivamente: esto no es un relato de esos en los que todo, al final, es un sueño. Un respeto.
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C.D.G
CDG, cómo dominas ese arte de jugar con los lectores, con esa imágenes que propones, que son tan trágicas y a la vez tan cómicas, para que después seamos nosotros los que tengamos que elegir entre llorar o reír.
¡Excelente!
Un abrazo, crack.
Como dice Nicolás, te gusta jugar con los lectores granuja jaja
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Cómo me gusta ese cierre con un puñetazo al mentón del lector.
Muy bueno, C.D.G.
Saludos van
Sonrío, pero con respeto, eh? El final lo bordaste. La vida, la de sorpresas que nos da… hasta algunas tienen un tinte milagroso. 😉 Un beso.
Sonrío, pero con respeto, eh?
El final lo bordaste.
La vida, la de sorpresas que nos da… hasta algunas tienen un tinte milagroso. 😉
Un beso.
Temazo, por cierto… is good!
Gracias por terminarlo Así, no esperaba menos, je je.
Un abrazo
castigo divino, por usurpador!
Me quedo como los turistas de tu foto, atónita ante el milagro de tus palabras que conducen al lector a donde quieres. Asombroso relato, muy bueno !!!
Besos !!!
Muchas gracias a todos, como siempre.