Una estatua sin ojos
mira al que mira la estatua
con una mano abierta
y la otra mano abierta.
Y una cruz en cada palma,
un haz de sangre en cada cruz.
Y yo miro a la estatua sin ojos.
Y anochece a mi espalda una flor
que cambia mi sombra de sitio
que canta en mi voz otra voz.
Soy el perdón que nadie escucha,
soy el que envidia al tragaluz,
vas a huir cuando descubras
que soy el manco de otra cruz.
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C.D.G