Al desaparecido en combate se le ha olvidado leer. En el bosque no hay libros, no hay pantallas, no hay cuentacuentos que guarden en su cabeza todas las historias del mundo. No arden novelas a la velocidad de una noticia. Y los árboles y los animales dan la espalda a alguien como él. Dicen que si se les sabe ver, hablan. No es el caso. Casi todo es amnesia cuando las palabras son de hojarasca y cricrí.
Al desaparecido en combate se le ha olvidado escribir. Las costras de los pinos no son folios; las brechas de sus dedos no escupen tinta. Los días sin reloj no dan ideas.
Y a veces, solo a veces, recuerda una fotografía, una canción. Libros no: imágenes y melodías. No consiguen que vuelva a leer o a escribir, pero logran llenar un vacío de Nadie. Mientras tanto, otros escriben por él. Y él, algún día, podrá leer lo que el resto cuenta y lo que él calla porque el combate le ha convertido en un desaparecido.
Hasta que WiFi quiera.
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C.D.G